Los niños experimentan miedos muy variados a lo largo de su desarrollo. La mayoría son pasajeros, de poca intensidad y propios de una edad determinada, pero una pequeña proporción de miedos infantiles son persistentes, continuando incluso en la adultez, y de intensidad elevada. Estos temores se convierten en un problema, porque alteran el funcionamiento diario del niño y de su famila.
Miedo a la oscuridad
El miedo a la oscuridad es muy frecuente en la infancia. Uno de cada tres niños pequeños teme la oscuridad. La mayoría de niños supera este miedo con el paso del tiempo, pero en algunos casos este miedo persiste muchos años, causa malestar y repercute negativamente en el funcionamiento infantil.
Miedo a la separación
El miedo a la separación de las personas con las que el niño está afectivamente unido, es uno de los temores más consolidados en la especie humana. En algunas ocasiones este miedo, que con pocos meses de edad es adaptativo, no desaparece, sino que se agrava y constituye un trastorno denominado ansiedad por separación.
Miedo al colegio
El miedo al colegio varía a lo largo de la etapa escolar, educación infantil, primaria y secundaria, los síntomas son claros: el niño o adolescentes no quiere ir al colegio, se queja de dolores y enfermedades, se comportan antes de ir de manera negativa y rebelde, no asisten a clase, no trabajar en clase…
Existen cuatro clases de miedos escolares comunes en todo los niveles educativos:
- Miedo al fracaso escolar y al castigo: miedo a sacar malas notas o a ser castigados.
- Miedo al malestar físico: miedo a las propias sensaciones físicas que tienen cuando tienen miedo (dolor de barriga, de cabeza…)
- Miedo social: miedo a las actividades escolares en las que hay que exponerse al público
- Miedo anticipatorio: miedo que se siente antes de estar en el colegio.